martes, 3 de febrero de 2015

El micro paró en una estación de servicio. Bajé, me estiré, miré el cielo negro. Compré latas de cerveza, pensando que quedan 15 o 16 horas de viaje. El hombre gordo se torna difícil: como yo no le paso cabida ahora habla con la gente del asiento de atrás. Estoy pensando en alguien. En un momento el micro, por algún motivo, dio toda la vuelta a la estación de servicio y yo lo perseguí caminando atrás. Un monstruo. Iba lento. Quise imaginarme cómo sería que me atropeye un micro que avanza tan lento, y pude. Cuando pude, me di cuenta de que puedo escribir otra vez. X siempre quiere entender todo. Lee un poema y dice no sé si lo entiendo. ¿Cuándo entendimos algo? Vos no entendés esa manzana, te la comés y está rica o no. Pero le gusta mucho Porchia, tanto que creo que siente algo así como entenderlo. A mí siempre me pasó eso con Kafka, Chejov y Stendhal.

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