La anécdota: mi viaje original era a Perú, a la selva, a tomar ayahuasca a la selva con el maestro shipibo del tipo con el que hice todas las ceremonias que hice. Pero no me dieron los tiempos. Entonces encaré Bolivia, para recorrer pero también para tomar con una chamana boliviana que me recomendaron. Pero se nota que la buena mujer no usa mucho facebook, y no pude coordinar.
Anoche, borracho, jugando al ajedrez, escuché en la mesa de atrás, estaba todo oscuro y éramos pocas personas despiertas en todo el pueblo, esa conversación en la que comentaban la llegada de un shipibo a Yavi, a ofrecer ayahuasca. Me anoté, bastante intruso, y me quedo acá. Es increíble que funcione así, que la planta se expanda, en ese plano para nosotros metafísico, tan como se ocupan de expandirse las plantas en el plano que vemos todos los días, el físico.
Llegó un auto.
Me voy a ver los cóndores de Nacho.
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