lunes, 9 de febrero de 2015

Tengo un cansancio muy antiguo, ancestral, que me calienta la piel y me saca las ganas de respirar. Me duelen todas las articulaciones pero en el fondo, una especie de gripe rara, no muscular, ni siquiera física, más como del aire. Pero no puedo dormir ahora, porque el próximo pueblo es Maimará.

El cementerio es grande, lindo, está en una barranca. En pocas tumbas hay textos (me encantan los textos de las tumbas) y en ninguna figuraban las fechas de nacimiento y muerte. En muchas había una foto del difunto, retratos. Le conté a Nacho que antes me encantaba pasear por los cementerior de Buenos Aires, y que dejé de hacerlo en Recoleta después del entierro de mi abuelo, y en Chacarita después del de Dione. Mi hermano dice que no deberían existir los cementerios, que en ese espacio mejor poner un lindo parque. A mí me gusta, cada tanto, ir a pararme adelante de las tumbas de mis dos muertos, hablarles, ver qué siento. 

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