sábado, 7 de febrero de 2015

Humahuaca es más grande, más pueblo, más estructurado. Espero encontrar algún lindo lugar donde tomar vino y escuchar música a la noche. El sol pega fuerte. Estuve caminando con Daniel, un coya un poco más jóven que yo, que vende artesanías y dice que es guía turístico, "tienes suerte, ió soy guía turístico", "esta es la piel del mestizo, mira qué color", y me mostraba su brazo y yo me miraba el mío, bastante quemado por el sol, y nos daba risa. Me recomendó un lugar barato para dormir, que es el mismo que más me había gustado cuando paseaba con mi mochilota. No dice Hostal sino Hogar y hay que golpear la puerta de madera vieja. Parece vacío, solamente Eliseo, un mestizo de 17 o 18 años atendiéndolo. Estoy sentado en la plaza. Acá las chicas son muy coquetas. Como todos los días, en el cielo hay un millón de colores: para un lado tormenta, para otro nubes blancas, para otro despejado, de otro una neblina que puede ser una lluviecita. Lo que más me impresiona de todo es el cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario