lunes, 9 de febrero de 2015

Dimos vueltas por Maimará, un pueblito que es una depresión, casi sin hablar. Es difícil decir frases con más de diez palabras, uno se queda sin aire.
Subimos a la ruta y el colectivo, que puede tardar una hora y media en llegar, pasó en seguida y nos paró con tan solo un estiramiento del brazo derecho. Qué poder.
Estoy muerto de sueño y el colectivo es muy incómodo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario