Como el pueblo era medio aburrido otra vez entré a caminar y otra vez me subí a una montaña. En esta la subida fue más abrupta, onda trepando trepando y de golpe había subido como 100 metros. Me agarró un vértigo y una presión que se me salía el corazón para afuera así que abusé de la coca. El paisaje, con el pueblito tan lejos allá abajo, es increíble. Estoy pensando en cuatro mujeres. Una se suicidó. De otra tengo que alejarme, porque conmigo se lastima. Otra se transformó en mi mejor amiga, en mi angel de la guarda. Con otra, no sé si como amigos o como pareja, es todo futuro, todo incógnita, todo misterio, todo silencio y movimiento de cuerpos y miradas. Una hormiga se lleva un frutito colorado brillante casi tan grande como ella, a los tumbos. Ojalá cuando llegue toda su gente le sepa agradecer, está haciendo un esfuerzo muy grande.
Voy a leer a Calveyra acá arriba, unos pedazos del Eleusis que me imprimí en un cyber.
Yo estoy al sol, pero adelante y atrás hay tormentas fieras. Ya pasé por una de esas lloviznitas que aprendí que son estar adentro de una nube.
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